4.1 La casa virtual de tu proyecto
Presentación
Seguramente, muchos de nosotros ya hacemos uso de las aplicaciones y plataformas que hemos revisado en los módulos anteriores, lo que revisaremos en esta parte del taller será pensar en qué plataformas y aplicaciones podemos utilizar para implementar o enriquecer nuestro proyecto. Además, si todavía no contamos con alguna comunidad, revisaremos algunas recomendaciones para conformar el espacio virtual que se adecúe a nuestras intenciones y propósitos de compartir la lectura en internet.
Objetivo general
Definir las aplicaciones y plataformas virtuales que sostendrán a nuestra comunidad de lectores en internet.
Desarrollo
Seguramente, después de conocer algunas de las herramientas virtuales que tenemos a nuestro alcance, nos den ganas de probarlas todas o, quizás, nos dé un poco de estrés y hasta de miedo saber del gran abanico de posibilidades que existen. ¿Cómo saber cuáles elegir para nuestro proyecto? ¿Cómo saber si funcionarán o no? Es importante tener algo claro: Nosotros somos quienes adaptamos los medios virtuales conforme a lo que necesita nuestra comunidad lectora, no es la comunidad adaptándose a los medios virtuales. Tener claro esto puede brindarnos la confianza necesaria para descartar algunas herramientas que, tal vez, resultan novedosas, pero finalmente no terminarían aportando mucho a la dinámica establecida. O lo contrario, puede ayudarnos a buscar la manera de invitar a los demás a utilizar la aplicación o plataforma, que sabemos, puede enriquecer nuestro espacio.
Las siguientes preguntas pueden brindar esa perspectiva que necesitamos:
¿Cuáles son las aplicaciones y plataformas que ya sabemos utilizar? ¿Con cuáles nos sentimos cómodos?
Todos estamos relacionados de alguna manera con los medios digitales, ¿pero cuáles son los que manejamos muy bien? Cuando comenzamos a crear nuestra comunidad de lectores es importante que sepamos gestionarla a través de alguna aplicación o plataforma, que nos resulte familiar, de la que conozcamos todos sus alcances. Por ejemplo, si ya somos expertos usando whatsapp y nos sentimos cómodos con ella, no es necesario que insistamos en iniciar una comunidad en otra aplicación de mensajería instantánea, al menos no por el momento. Si nos sentimos cómodos tomando fotografías de nuestras lecturas y compartiéndolas en Facebook, aunque ya sabemos que existe la comunidad bookstagrammer, no es necesario que nos mudemos a Instagram para convertirnos oficialmente en bookstagrammers. Es decir, con los conocimientos que ya tenemos de las aplicaciones y herramientas que utilizamos cotidianamente, es posible comenzar a forjar una comunidad comprometida, pues podemos brindarles la atención y el cuidado que necesitan, sin que represente para nosotros un esfuerzo adicional.
¿Qué aplicaciones y plataformas nos llaman la atención a nosotros o a otros miembros de nuestra comunidad? ¿Cuáles estaríamos dispuestos a probar?
Quizás algunos de nosotros ya tengamos en la mira aquellas herramientas digitales que podríamos probar con nuestra comunidad. O quizá, es la misma comunidad la que solicite probar alguna nueva herramienta. Utilizarlas no tiene que suceder de la noche a la mañana. Lo recomendable es darse el tiempo necesario para explorar esa aplicación o plataforma que no conocemos muy bien, pero que nos da mucha curiosidad y, de esa manera, establecer una dinámica de prueba.
Tal vez no todos los miembros de la comunidad se sientan entusiasmados por probar aquella nueva herramienta, por eso es importante hacerles saber que no es obligatorio unirse a estas nuevas dinámicas. Con el tiempo y el efecto que el uso de esa aplicación o plataforma ocasione en la comunidad, los más reticentes, poco a poco, se irán involucrando también. A menos que el efecto sea negativo, lo cual también puede llegar a suceder y, entonces, será importante reevaluar la importancia de utilizar o no ese medio digital.
Dependiendo de las características de nuestra comunidad, elegir las herramientas que podemos utilizar para enriquecer nuestro espacio, es una tarea que, tarde o temprano, llevaremos a cabo. Sugerimos tener en mente las siguientes palabras, que pueden hacer de esa tarea algo realmente divertido y gratificante:
Curiosidad. Si sentimos el cosquilleo de probar alguna aplicación o plataforma, aunque todavía no sepamos bien de qué manera podría funcionar en nuestra comunidad, hagamos caso de la curiosidad y exploremos lo más que podamos. Puede ser que ya utilizándola, vayamos obteniendo la claridad que necesitamos.
Escuchar y delegar. Tal vez nosotros no tengamos ninguna intención de explorar alguna nueva herramienta, aplicación o plataforma, pero nuestra comunidad sí. En ese caso será importante escuchar sus peticiones y ser completamente sinceros con ellos. Por ejemplo, llegar al acuerdo de que esa dinámica que desean implementar pueda ser gestionada por alguno o algunos de ellos, ya que, nosotros no podemos hacerlo. De esta manera podemos delegar nuestra responsabilidad de gestión, además, la comunidad se involucra en el manejo de la misma, lo que la fortalece, enriquece y la va volviendo autónoma.
Con el tiempo, lo más probable es que la casa virtual de nuestro proyecto se vaya expandiendo. Puede ser que al principio sólo nos comuniquemos por alguna aplicación de mensajería instantánea y nos reunamos un par de veces al mes a través de las plataformas de videoconferencias. Luego de explorar y experimentar, quizá vayamos enriqueciendo nuestra vivencia virtual, a través de otras dinámicas, que nos dejarán claro que no hay una sola manera de compartir la lectura.
Las siguientes preguntas pueden brindar esa perspectiva que necesitamos:
¿Cuáles son las aplicaciones y plataformas que ya sabemos utilizar? ¿Con cuáles nos sentimos cómodos?
Todos estamos relacionados de alguna manera con los medios digitales, ¿pero cuáles son los que manejamos muy bien? Cuando comenzamos a crear nuestra comunidad de lectores es importante que sepamos gestionarla a través de alguna aplicación o plataforma, que nos resulte familiar, de la que conozcamos todos sus alcances. Por ejemplo, si ya somos expertos usando whatsapp y nos sentimos cómodos con ella, no es necesario que insistamos en iniciar una comunidad en otra aplicación de mensajería instantánea, al menos no por el momento. Si nos sentimos cómodos tomando fotografías de nuestras lecturas y compartiéndolas en Facebook, aunque ya sabemos que existe la comunidad bookstagrammer, no es necesario que nos mudemos a Instagram para convertirnos oficialmente en bookstagrammers. Es decir, con los conocimientos que ya tenemos de las aplicaciones y herramientas que utilizamos cotidianamente, es posible comenzar a forjar una comunidad comprometida, pues podemos brindarles la atención y el cuidado que necesitan, sin que represente para nosotros un esfuerzo adicional.
¿Qué aplicaciones y plataformas nos llaman la atención a nosotros o a otros miembros de nuestra comunidad? ¿Cuáles estaríamos dispuestos a probar?
Quizás algunos de nosotros ya tengamos en la mira aquellas herramientas digitales que podríamos probar con nuestra comunidad. O quizá, es la misma comunidad la que solicite probar alguna nueva herramienta. Utilizarlas no tiene que suceder de la noche a la mañana. Lo recomendable es darse el tiempo necesario para explorar esa aplicación o plataforma que no conocemos muy bien, pero que nos da mucha curiosidad y, de esa manera, establecer una dinámica de prueba.
Tal vez no todos los miembros de la comunidad se sientan entusiasmados por probar aquella nueva herramienta, por eso es importante hacerles saber que no es obligatorio unirse a estas nuevas dinámicas. Con el tiempo y el efecto que el uso de esa aplicación o plataforma ocasione en la comunidad, los más reticentes, poco a poco, se irán involucrando también. A menos que el efecto sea negativo, lo cual también puede llegar a suceder y, entonces, será importante reevaluar la importancia de utilizar o no ese medio digital.
Dependiendo de las características de nuestra comunidad, elegir las herramientas que podemos utilizar para enriquecer nuestro espacio, es una tarea que, tarde o temprano, llevaremos a cabo. Sugerimos tener en mente las siguientes palabras, que pueden hacer de esa tarea algo realmente divertido y gratificante:
Curiosidad. Si sentimos el cosquilleo de probar alguna aplicación o plataforma, aunque todavía no sepamos bien de qué manera podría funcionar en nuestra comunidad, hagamos caso de la curiosidad y exploremos lo más que podamos. Puede ser que ya utilizándola, vayamos obteniendo la claridad que necesitamos.
Escuchar y delegar. Tal vez nosotros no tengamos ninguna intención de explorar alguna nueva herramienta, aplicación o plataforma, pero nuestra comunidad sí. En ese caso será importante escuchar sus peticiones y ser completamente sinceros con ellos. Por ejemplo, llegar al acuerdo de que esa dinámica que desean implementar pueda ser gestionada por alguno o algunos de ellos, ya que, nosotros no podemos hacerlo. De esta manera podemos delegar nuestra responsabilidad de gestión, además, la comunidad se involucra en el manejo de la misma, lo que la fortalece, enriquece y la va volviendo autónoma.
Con el tiempo, lo más probable es que la casa virtual de nuestro proyecto se vaya expandiendo. Puede ser que al principio sólo nos comuniquemos por alguna aplicación de mensajería instantánea y nos reunamos un par de veces al mes a través de las plataformas de videoconferencias. Luego de explorar y experimentar, quizá vayamos enriqueciendo nuestra vivencia virtual, a través de otras dinámicas, que nos dejarán claro que no hay una sola manera de compartir la lectura.
La casa virtual de tu proyectoExpone
Abril G. Cabrera |
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Recursos de lectura sugeridos
Les recomiendo esta transmisión donde nos reunimos cinco lectoras para charlar sobre cómo surgieron nuestras comunidades, así como, las plataformas y aplicaciones que utilizamos para sostenerlas en la virtualidad.
- Editorial Paraíso Perdido, (10 de junio de 2020), Drink & Read | «Lectoras», https://www.facebook.com/203891306456936/videos/373222973655065
Conclusión
Las comunidades de lectores en medios digitales exploran constantemente nuevas formas de hablar de la lectura a través de estas herramientas, pero no hay que olvidar que el fin de utilizarlas no es estar a la moda o demostrar que sabemos mucho de tecnología, sino la comodidad, diversión y enriquecimiento que ofrecen. La casa virtual que elijamos para nuestro proyecto debe ser sencilla de utilizar para todos los miembros, brindar el confort necesario para mantenernos ahí y ser, por supuesto, un espacio seguro.